Cantillana es un pequeño municipio sevillano situado en el corazón de la Vega del Guadalquivir y a los pies de Sierra Morena. Sus tierras son muy ricas, famosas sobre todo por sus naranjas. Y sus 10.600 habitantes celebran fiestas anuales de interés turístico en Andalucía. Los ríos Viar y Guadalquivir rodean al pueblo; delimitan sus fronteras naturales y desvelan su pasado: según yacimientos arqueológicos, fue un importante puerto fluvial para el Imperio Romano. Entre fiestas, historias y naranjas nació también José Pérez Ocaña, artista de prestigio internacional, anarquista convencido, activista LGTBI durante el franquismo y figura nuclear del movimiento contracultural de Barcelona tras la caída del régimen.

Uno llega a Cantillana desde Córdoba a través de campos amplios y llanos, soleados la mayor parte del año, y de cultivos que evidencian la esencia agrícola de la región. Por aquí y por allá se aprecian enormes tractores que trabajan la tierra, y que funcionan como pistas para terminar de entender qué es Cantillana. Porque es probable que las ruedas de esos inmensos vehículos se hayan elaborado en la localidad, en una histórica fábrica cantillanera que hoy exporta ruedas de vehículos agrícolas e industriales a 54 países. Porque esta empresa andaluza no solo fabrica ruedas: impulsa el desarrollo territorial, genera empleo de proximidad y mantiene vivo un legado industrial que rueda desde el corazón rural de Sevilla hasta 54 países.

TEJWheels es el único fabricante especializado en ruedas para maquinaria agrícola de España. Su impacto en la zona es su mayor activo. Como esta pyme tan solo hay cuatro en Europa y apenas 15 en todo el mundo. Por entre sus plantas grandes y limpias, situadas en el polígono de la localidad, pasea Eduardo Jiménez Sr., un hombre de 80 años que lo sabe todo acerca de la empresa porque ha crecido en ella. Es hijo del fundador de la empresa, llamado también Eduardo Jiménez, y padre de los tres hermanos que dirigen la fábrica en la actualidad, el primero de los cuales se llama... Eduardo Jiménez (Jr).

De un martillo y un yunque...

Eduardo Jiménez Sr. tuvo puntería desde el principio. Casualidades de la vida, nació el Día de Andalucía (28 de febrero) de un año esperanzador para la humanidad (1945). Su padre, un inventor de pura cepa, fundó el taller en 1937, en plena Guerra Civil: Talleres Eduardo Jiménez (el actual acrónimo “TEJ”). Jiménez Sr. comenzó a trabajar en el taller de su padre con 13 años, cuando tan solo había “un martillo, un yunque y un par de máquinas”, recuerda. Padre e hijo se dedicaban entonces a todo: ruedas, puertas, ventanas, estructuras metálicas. Tras algunas idas y venidas, Jiménez Sr. pidió a los 16 años un crédito bancario de 300.000 pesetas (1.800 euros), compró máquinas más sofisticadas y elaboró otras propias, y adquirió terrenos.

Su gran acierto fue especializarse en ruedas para maquinaria agrícola, apostando por un producto territorialmente estratégico en una región eminentemente agraria. Fue una decisión natural, ya que en aquella época prácticamente todas venían de Francia. Jiménez conversó con Michelin, con Firestone, con las empresas fuertes del neumático, y alcanzó un acuerdo con todas ellas: si los Jiménez fabricaban las llantas, ellas dejaban de importarlas a los franceses. Convenció y cumplió. Pocos años después la empresa era suya.

Y se fueron quedando solos. El resto de las empresas del sector cerraba o se trasladaba. “Se fueron todos. Me quedé solo fabricando ruedas”, asegura. Talleres Eduardo Jiménez no dejó de crecer a lo largo de las siguientes décadas, amplió su mercado y compró maquinarias de otras fábricas.

... a estar presentes en 54 países

La fábrica sevillana echó a andar en una pequeña nave de 500 metros cuadrados. Hoy ocupa 25.000, y hace poco han adquirido otros 7.000 metros más para terminar de ocupar gran parte del polígono cantillanero. En el año 2000 contaba con unos 25 o 30 empleados, asegura Eduardo Jiménez Jr., hijo mayor de Jiménez Sr. y actual director general. “Hoy somos 130 personas, trabajamos 24 horas a 3 turnos, y facturamos en torno a 18 millones de euros”, explica mirando a los ojos. La expansión internacional comenzó justo en el 2000. El cambio de nombre, mezcla de su origen y de su actual carácter internacional (TEJWheels), era casi inevitable.

Hoy somos 130 personas, trabajamos 24 horas a 3 turnos, y facturamos en torno a 18 millones de euros

Ocho años después estalló la crisis económica. Eduardo Jiménez Jr. reconoce que lo pasaron mal, que fueron momentos duros en los que todo parecía venirse abajo. Pero evitaron lo peor porque contaron con apoyos como el de Banco Sabadell, el partner de las empresas. “Nunca nos dio la espalda. Banco Sabadell se mantuvo con nosotros ese 2008, y desde entonces hasta hoy, siempre nos aporta soluciones ágiles, rápidas y cómodas”, explica el director general de la empresa. La influencia de esta entidad bancaria alcanza así a toda la región, porque garantiza solvencia económica, flexibilidad y empleo.

Ruedas que transmiten legado

De hecho, son características que la fábrica comparte en el trato a sus clientes. El grueso de la facturación de TEJWheels proviene de la fabricación de primeros equipos: componentes y productos que luego se instalan en otros productos finales; en este caso, llantas que se incorporan a vehículos agrícolas. También proveen a importadores, figuras comerciales que les compran llantas para después venderlas a terceros, normalmente profesionales del sector primario.

Otro tipo de clientes tiene mucho que ver con los orígenes de la empresa. TEJWheels cuenta actualmente con 3.000 clientes a quienes arregla o vende llantas. No tienen tanta relevancia en este mercado globalizado y tampoco permiten crecer, pero constituyen una base segura, los cimientos de la empresa, porque, aunque no se cambian llantas todos los días, hay millones rodando por todos los rincones del mundo. El goteo de llantas es, por lo tanto, permanente.

En puridad, hacen algo más que llantas. Empecemos por el principio: una rueda es en esencia una estructura metálica y un neumático. Esta pyme se encarga de fabricar esa parte metálica: el disco (el interior) y la llanta (el exterior). Sus materias primas son chapas de acero al carbono, pintura, mucha corriente eléctrica y mano de obra.

Los discos son chapas de acero planas, de espesores en torno a 12 milímetros, que se trabajan mediante cortes, embuticiones y operaciones de taladro. Las llantas, por otro lado, son un mundo complejo y variado: las hay de disco fijo, o reforzadas con coronas, o las llamadas de flor... Se elaboran a partir de bobinas de entre 7.000 y 9.000 kilos; se deslían, se cortan los formatos conforme a los diámetros de la llanta, se cilindran y se sueldan las puntas. Y luego se perfilan, quizá la operación más específica y compleja, pero necesaria para que la goma del neumático no se salga.

Al final, se pintan en dos capas. Una primera de imprimación con cataforesis para garantizar la protección de la llanta a lo largo del tiempo; y la segunda, con pintura electrostática del color pedido por el cliente.

Un equipo humano preocupado por el bienestar de los clientes

Siempre hay personas detrás de estos procesos. Eduardo Jiménez Jr. se muestra categórico al respecto: “Nuestro equipo humano es maravilloso”. Uno encuentra por sus instalaciones a mucha gente caminando, conduciendo vehículos o camiones, taladrando o soldando. Se respira trabajo, se escuchan metales y se ven chispas bajo un ambiente de seguridad y oficio.

La política corporativa promueve la contratación de jóvenes de la zona, con ganas de aprender. TEJWheels les ofrece conocimiento, motivación constante y un futuro estable, porque las trayectorias profesionales que comienzan en la fábrica pueden prolongarse para toda la vida. Un camino de crecimiento interno que en su momento recorrieron los tres hermanos que hoy encabezan la fábrica. “Mi padre nos decía que antes de dirigir la fábrica, primero había que aprender a fabricar. Por eso pasamos por todos los puestos antes de liderar la empresa”, explica Eduardo Jiménez Jr.

“Somos una empresa muy familiar, muy unida. Dos de mis hijos ya trabajan en ella, son la cuarta generación”, cuenta el empresario con orgullo. Asegura con una media sonrisa que trabajar con sus hermanos no es ningún problema; al contrario: el reparto de funciones siempre ha estado claro, y la coordinación y la comunicación son diarias.

Una histórica promesa familiar

Conforme la empresa crecía, conseguía grandes volúmenes de fabricación y se convertía en un fabricante nacional único, Eduardo Jiménez Jr. reconoce que mucha gente les proponía traslados a Madrid o a Bilbao. Pero el futuro de TEJWheels pasa por el mundo rural de Cantillana. Así, los hijos de Eduardo Jiménez Sr. tienen una promesa que cumplir. “Mi padre nos pidió que la empresa no se fuera de Cantillana mientras él viviera. Él aquí se siente cómodo”, asegura su hijo mayor. De hecho, es uno de los iconos de la localidad, y su gente está encantada y orgullosa de la presencia de esta pyme de larga tradición.

Mi padre nos pidió que la empresa no se fuera de Cantillana mientras él viviera. Él aquí se siente cómodo

El empresario sevillano ha desvelado que, actualmente, mantienen negociaciones avanzadas para comenzar a colaborar como proveedor oficial con varios de los principales referentes mundiales en la fabricación de maquinaria agrícola. Este tipo de movimientos estratégicos permitirán a la fábrica sevillana cumplir con sus objetivos para los próximos 5 años: 25 millones de facturación, 150 empleados y una labor constante de 24 horas diarias durante los 7 días de la semana.

Un crecimiento pasado y futuro que para ellos es una alegría. TEJWheels es algo más que una fábrica: es parte de la historia de una familia y de una comarca, que supone un motivo diario de orgullo y de esfuerzo surgido en medio de una guerra hace 88 años, a martillo y yunque, entre fiestas, naranjas y vestigios de un pasado romano. Y que hoy abandera el nombre de su localidad por todos los rincones del planeta.