Que es una amenaza para la humanidad, que es una herramienta que discrimina, que habría que ponerle freno… Para la presidenta de OdiseIA, Idoia Salazar, la inteligencia artificial (IA) genera muchos prejuicios y desconfianza por desconocimiento. En su opinión, la clave está en su uso y, por tanto, en las personas que la desarrollan. La responsabilidad y la ética de la IA recae en los humanos, no en las máquinas.
Así se expresó esta experta en la última sesión del del ciclo “Inteligencia Artificial Confiable” bajo el título ‘Transparencia en algoritmos en inteligencia artificial” que organizó la Dirección de Analítica e Inteligencia Artificial, en el marco de Sabadell Forum.
La aparición del tractor para arar la tierra fue un relevante progreso en el mundo agrícola. Su irrupción vino a mejorar el trabajo de los profesionales del campo. Hoy nadie duda de su positivo impacto. Idoia Salazar mentó este ejemplo para ponerlo al nivel de la implementación de la IA y los beneficios que conlleva. “La IA es una herramienta como lo es el tractor en el campo, una herramienta que nos tiene que ayudar a hacer mejor las cosas”, apuntó.
El posicionamiento de algunos reconocidos expertos en IA alertando del impacto negativo de su uso en nuestras vidas contrasta con la visión de Idoia Salazar que sostiene que frenar su desarrollo es imposible. “No sería ético no usar actualmente la IA. Ponerle freno es irreal, porque estamos hablando de una herramienta tremendamente útil, barata y fácil de utilizar. Lo que hay que hacer -añadió la presidenta de OdiseIA- es avanzar en paralelo en la aplicación de normativas y principios éticos”. Sería, a su juicio, la manera de atenuar o liquidar temores y el escepticismo reinante.
Desde su punto de vista, es un deber que empresas, organismos públicos y privados empleen la IA a todos los niveles, ya que es un elemento fundamental para gestionar, dada la gran cantidad de datos que se manejan actualmente. Además, la irrupción de la IA Generativa -sobre todo el ChatGPT o DALL-E, entre otros modelos- ha supuesto un cambio de era dominada por una tecnología de gran impacto. Por ello, sentenció que el uso de la inteligencia artificial “no es una opción, sino un deber” al tiempo que reivindicó que haya un alto nivel de responsabilidad y ética en su implementación.
Combatir desconfianza y desconocimiento
Precisamente, para combatir la desconfianza y el desconocimiento que hay en torno a la IA, pidió a las empresas y organismos realizar un esfuerzo extra a la hora de explicar y ser transparentes en los procesos de uso. “La transparencia de datos y de algoritmos de IA implica la capacidad de saber qué datos se utilizan, cómo se utilizan, quiénes lo utilizan, para qué los utilizan y cómo se llega, a partir de los datos, a tomar decisiones que afectan a la vida de las personas”, explicó.
La presidenta de OdiseIA mostró su disconformidad con los que afirman que hay que competir con la IA para tratar de minimizar su incidencia. “Competir con una máquina es ridículo, del mismo modo que lo sería si el hombre quisiera competir con un caballo de carreras para demostrar quién es más veloz”, aseguró. También se desmarcó de los que claman prohibir la IA: “No se trata de prohibir, sino de usar bien la tecnología y regular. Hay que hacer una IA que ponga en el centro a las personas”. Y resaltó el trabajo que está haciendo la Comisión Europea para establecer una regulación que contribuya a aumentar la confianza entre los consumidores. Su intervención finalizó con una petición determinante: es necesario efectuar un cambio drástico en los modelos de educación porque a su entender hay que “impartir una educación que impulse y fomente el espíritu crítico de las personas, pues es la mejor manera de evitar una sociedad manipulada”.
¿Se puede confiar en el género humano?
Expertos como Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI (creador de ChatGPT), o Demis Hassabis, director ejecutivo de Google DeepMind, advierten que la IA puede causar la extinción de la humanidad. A tenor de las palabras de Idoia Salazar en Sabadell Forum, el quid de la cuestión es saber qué genera más temor: el alcance de la IA o la voluntad o intencionalidad de las personas. Cuando se plantea la dicotomía entre los que propugnan desarrollar una IA confiable o responsable y los que pronostican funestos horizontes a partir de su potencial, tal vez hay que repasar la historia de la humanidad para encontrar las respuestas a la pregunta clave: ¿se puede confiar en el género humano para afrontar con responsabilidad y confianza el futuro?