Las empresas tienen actualmente varios motivos por los cuales plantearse si deben optar por instalar un sistema de energía fotovoltaica. El motivo de mayor actualidad es el impacto de la actual coyuntura de precios de la energía en su cuenta de resultados. Este impacto se traslada a los costes de producción y, por extensión, afecta de manera importante al consumo. Sin embargo, no es este el único motivo por el que esa opción puede ser interesante.
La competitividad de las empresas también se ve afectada, en tanto que aquellas que apuesten por este tipo de tecnologías van a resultar más eficientes en su factura de energía y, por tanto, van a tener ventajas competitivas sobre el resto de los players del mercado que sigan dependiendo fuertemente de la energía convencional.
Las empresas deben avanzar hacia la reducción de su huella de carbono, y, además, deben ser capaces de explicar sus iniciativas al mercado, especialmente aquellas que tengan que realizar el Estado de Información No Financiera (EINF).
¿Cómo funciona?
La energía fotovoltaica permite la obtención directa de electricidad a partir de la radiación solar, transformándola directamente en energía eléctrica mediante el efecto fotovoltaico, que consiste en la emisión de electrones por un material cuando se le ilumina con radiación electromagnética (en este caso radiación solar).
Una tecnología madura
A lo largo de los últimos años, tanto la innovación como la economía de escala han permitido que los costes de instalación de este tipo de sistemas en una empresa sean mucho más reducidos y eficientes. Según el IDAE, desde 2018 el autoconsumo en España se ha multiplicado por 2,5 hasta alcanzar los 600 MW instalados y su previsión es que en 2030, la energía solar fotovoltaica represente el 32 % de toda la energía renovable generada en España.
Objetivos de potencia renovable a 2030
Esto ha contribuido al abaratamiento de esta tecnología. Según la Asociación Nacional de Productores de Energía Fotovoltaica (ANPIER), en su Anuario Fotovoltaico 2021, desde 2007 se ha pasado de 3,3 euros/WP (el coste de generar la máxima potencia a través de un panel solar) a 0,23 euros/WP.
¿Por qué es el momento?
Según hemos visto anteriormente, el autoconsumo de energía fotovoltaica permite mayor independencia energética por parte de las empresas, le permite ser más competitiva en un mercado fuertemente impactado por el precio de la energía, le permite avanzar en la senda de la descarbonización y todo ello con una tecnología madura y económica.
El payback de este tipo de instalaciones para una empresa que consume energía mientras la produce se ha reducido drásticamente, especialmente tras la derogación del llamado “impuesto al sol” en 2018. Según ANPIER, en instalaciones de potencia superior a 100 kW, el coste unitario se sitúa por debajo del euro por vatio instalado, lo que hace que para muchos usuarios, especialmente empresas, la amortización se sitúe entre los 5 y 7 años para una instalación cuya vida útil puede superar los 25 años.
A esto, le debemos sumar el impulso que los Fondos Europeos le dan al autoconsumo y al almacenamiento de energía a través de las comunidades autónomas que han publicado subvenciones para este tipo de finalidades en función del tipo de empresa y de la potencia instalada.
Todas estas ventajas nos dan a entender que este es el mejor momento para apostar por la energía fotovoltaica.
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